martes, 20 de marzo de 2012

Están totalmente invitados a inscribirse en el taller Escritura Creativa multidisciplinar, pronto a realizarse en Balmaceda Arte Joven Los Lagos. En él abordaremos la creatividad a través de la escritura, veremos videos, saldremos a la calle a intervenir los espacios públicos. Fundaremos una revista literaria (que bien podría ser como esta www.revistalecturas.cl) y cada tanto, tendremos visitas de ilustres poetas en nuestro espacio de trabajo, el taller donde daremos curso a reventar nuestros lápices bic.

¿Conocen la escritura automática? ¿Conocen a los poetas que caminaban en línea recta atravesando casas o bares de una ciudad?
¿Conocen al poeta que no quería escribir?

Las inscripciones son gratuitas, el plazo es hasta el martes 28 de marzo. Acérquense a Balmaceda Arte Joven, ubicado en Bilbao 365 esquina Buin.


Más información escribir a balmacedaloslagos@gmail.com o editor@revistalecturas.cl

***

Taller integral que implica el trabajo entres géneros o áreas. Poesíaescritura, lectura y acto poético- narrativacuento ynovela- y periodismo literarioenfocado en la escritura de reseñas y en losfundamentos para crear una revista literaria-. Mediante a la creación de una revistaliteraria daremos los primeros pasos para convertirnos en creadores proactivosdentro del panorama cultural. Revisaremos autores como J.D Salinger, RobertoBolaño, Alejandro Zambra, Marta Sanz, Anaïs Nin, Enrique Lihn, William CarlosWilliams, entre otros.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Jorge Edwards: La muerte de Montaigne. Tusquets, Barcelona 2011. 289 pp. 18€. Por Gabriel Zanetti.

Entre los terrenos de la novela y el ensayo, algunas veces, por los de la autobiografía, transita el último libro de Jorge Edwards. Un híbrido de géneros, cuyo motor es la investigación, las conjeturas que pueden desplegarse a partir de la intensa lectura de Michel de Montaigne y un viaje a Burdeos para visitar la torre donde el filósofo francés del siglo XVI vivió, escribió y sobre todo leyó a Plutarco, Virgilio y Séneca. Con devoción, el novelista chileno, dibuja un hombre libre en su contexto, exaltado del presente, del instante, siempre aislado en su torre, casero –zen, se diría ahora-, cercano al poder, aunque con una libertad y autonomía impensables para la época de Enrique III y IV en Francia.

Casi siempre hay trama en una novela, aunque sea mínima. Cuando estamos frente a un libro como éste, que deambula y da saltos entre los siglos XVI y XXI -sin perder la tesitura, el pulso narrativo- es complejo decir de qué se trata el libro. Montaigne conoce a Marie de Gournay, una admiradora y supuesta precursora del venidero feminismo, tomada como “hija en adopción” por el filósofo en una edad avanzada. Sostienen una ambigua relación padre-hija, maestro-discípulo. Sí, pero también de un escritor chileno que ha recorrido el irregular camino desde los tiempos de las revoluciones a nuestros días. De la actual sociedad chilena. Del poder. De la ausencia de erotismo en los matrimonios. De la vida de dos escritores acercándose irremediablemente a la muerte. Sí, de eso también se trata La Muerte de Montaigne. Escrito con elegancia, soltura y una voz segura, quizás demasiado segura, conocida. Sin duda con bibliotecas enteras en el cuerpo, aunque con algunas salidas innecesarias, que ensucian la narración, pero que forman parte de la arquitectura de la novela, con lo que parece justificarse.

Desde el ensayo Edwards hace algunas afirmaciones interesantes. Montaigne como artífice de la novela del siglo XIX, portador de una llave que abrió puertas para Voltaire, Diderot, Rousseau. Cercano a Miguel de Cervantes, al tono de “La educación sentimental” y “Madame Bovary”, de Gustave Flaubert. Lamentablemente, lo anterior es ensuciado cuando el autor insiste en el intento de saldar cuentas: “No voy a decir del horroroso Chile, como diría, el otro” refiriéndose a la polémica y lamentable para muchos, novela, “La casa de Dostoievski”, donde retrata libremente al poeta chileno Enrique Lihn. De esa manera intenta provocar. Con no poco sentido del humor e ingenio. Pero cuando se mete en aguas más profundas, metaliterarias, el golpe, la boutade parece dirigirse a ningún sitio. Quizás la intención del novelista es situarse al otro lado del río. Dice que no le gusta nada el actual panorama literario y se defiende de antemano de los criticones, como él los llama, por los errores que pueda tener su trabajo. Reconoce haber escrito La muerte de Montaigne no sólo por intuición, sino que también por capricho, por afecto. El lector tiene la última palabra. Que valore por sí sólo el significado de que alguien escriba por capricho, por afecto. Sin duda con una pluma afilada a la antigua, innecesariamente acostumbrada a la guerrilla literaria, al cotilleo, de un escritor que se mira al espejo con Montaigne, al menos en una forma de vida “sólo aparentemente cerca del poder”, uno encerrado en una torre, otro en el despacho de una embajada o en una buhardilla, ambos abocados a sus quehaceres literarios. Finalmente, una pregunta que podría hacerse cualquiera: ¿Por qué escribir de Montaigne? Edwards responde: “Los latinoamericanos tenemos derecho a todo, como los africanos, los japoneses, los chinos, los ingleses”.

Escrito para Los lunes del Imparcial.
http://www.elimparcial.es/libros/jorge-edwards-la-muerte-de-montaigne-90156.html

Biografía y despedida de Sergio Pitol: La patria de un escritor es el lenguaje. Por Gabriel Zanetti.

Sergio Pitol: Una biografía soterrada.
Anagrama, Barcelona, 2011. 144 pp.
14,50 €.
14.670 pesos.


La historia de una vida y una clase de literatura parecen ser lo mismo para Sergio Pitol, escritor mexicano nacido en 1933, autor de ocho libros, merecedor de los premios Herralde de novela, el Juan Rulfo y el Cervantes. Una biografía soterrada es su última entrega; un libro que fluctúa entre el relato biográfico y el ensayo literario. Soterrados como indica el acertado título; ambos géneros se esconden en el otro, se entremezclan, produciendo efectos muy estimulantes a la lectura. Es, al parecer, literalmente la última entrega: Sergio Pitol anuncia su retiro.

Una autobiografía soterrada parece empezar por el final: “Ayer al mediodía me interné en el Centro Internacional de Salud La Pradera, a media hora de La Habana; por la tarde exámenes y visita a los doctores.” señala Pitol en las primeras líneas, aquejado de afasia progresiva; una grave enfermedad que se caracteriza por la pérdida del lenguaje. Pero la memoria no se pierde, eso queda claro. Sergio Pitol relata magistralmente pasajes de su vida como escritor. Desde la terrible neblina de la infancia, donde quedó huérfano a los cuatro años, pasando por extravagantes viajes por Cuba, Venezuela, Italia, España, Polonia, Rusia y su México natal -donde abrir puertas y ventanas era casi una traición al país- no con el afán de la anécdota –aunque hay algunas notables- sino con el de revisar su proceso como cuentista, novelista y ensayista, además de explorar los diferentes momentos culturales y sociales que le tocaron vivir, casi siempre como eterno extranjero.

En cada una de las partes del libro revisa a Borges y Chéjov con voracidad “Cuando me estanco en un texto y no logro continuarlo se me viene a la mente una frase de Borges y cierro el párrafo con dignidad y elegancia”, responde a su amigo Carlos Monsiváis en el diálogo que establecen al final del libro. Un poco antes confiesa “Somos todo el pasado –vuelvo a Borges-, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros”. También lecciones de Chéjov abundan en la explicación de sus procedimientos como cuentista, en la búsqueda de la forma, de los silencios y cierta ambigüedad imprescindible para Pitol a la hora de escribir. El 14 de mayo escribe: “Un cuento suyo (de Chéjov) nos proporciona una impresión total, pero si lo releemos con frecuencia la historia se vuelve diferente. En una carta a Suvorin, su editor, del 1 de abril de 1890, le dice: Cuando escribo confío plenamente en que el lector añadirá los elementos subjetivos que le faltan a mis cuentos.

Al revisar su obra –escrita en su totalidad fuera de México- nos da luces del arduo y paciente trabajo realizado, quitado de ruido y ansiedad. Al pasar por Borges y Chéjov, además de Bajtin, Ford Madox Ford, Alfonso Reyes, Cervantes, Andrzejewski, Iwaszkiewicz, Gombrowicz, Brandys, Schulz, a quienes en su mayoría tradujo –“no conozco mejor forma para aprender a estructurar una novela que traducir”-, no sólo habla de la importancia de estos escritores, de su influencia, de su amor incluso por ellos, sino que también, al traducir y comentar sus miradas de la literatura, da propios y soberbios mensajes, con la propiedad de alguien que ha superado todo tipo de madurez. “Jamás confundir redacción con escritura”, señala en esta biografía o novela. El 22 de julio escribe: “Sigo con el diario. Lo inicié hace treinta y cinco años, en Belgrado. Es mi cantera, mi almacén, mi alcancía”. Y al final, donde quizás esté la clave, responde a la pregunta de Carlos Monsiváis. C.M.: “¿Por qué acercar a los lectores a las entrañas de tu trabajo?” S.P.: “Por lealtad a los textos y los lectores, la carpintería es absolutamente indispensable en mi obra.” Al parecer no sólo en su obra. Únicamente si entendemos por obra la vida de un escritor.

Escrito para www.revistalecturas.cl
http://www.revistalecturas.cl/biografia-y-despedida-de-sergio-pitol-la-patria-de-un-escritor-es-el-lenguaje/

miércoles, 16 de marzo de 2011

Marzo: Revista Lecturas


REVISTA LECTURAS
MARZO EDICIÓN Nº4

Niall Binns, salido de madre.

Entrevista y poesía (Londres- Madrid)

Conversaciones sobre el desarraigo, la poesía chilena,

la poesía de habla inglesa y una selección de sus trabajos.


Guía para perderse en la ciudad, de Víctor López.

Reseña de Miguel Carreira, poesía (Santiago)

Poesía del segundo título del poeta chileno y reseña del poema realizada

por el escritor español Miguel Carreira.


Bustos Domecq, Borges y Bioy por Sara Jordán.

Ensayo (Viña del Mar) Ensayo sobre el ficticio autor de novelas

policiales creado por Borges y Bioy Casares.


Entrevista a Claudia Di Girólamo, por Daisy Alcaíno. Teatro (Santiago)

Entrevista- confesionario de Claudia Di Girólamo

a partir de su obra "Soy una Tumba", parte de una trilogía

basada en textos de Anton Chéjov y Samuel Beckett. Por Daisy Alcaíno.


Virginia Guilisasti, arte (Santiago)

Reconstrucciones plásticas desde los

desechos urbanos. Pinturas e instalaciones


Homenaje a Gonzalo Rojas, por Francisco Izquierdo (Santiago)

Recuerdos en las calles de Santiago inspirados

por el poeta Gonzalo Rojas, hoy, en su delicado estado de salud.


Ramón Díaz Eterovic, cuento inédito (Santiago)

El destacado escritor magallánico nos entrega

el cuento Simón y el Otro, sobre la soledad de un burócrata

en la ciudad de Santiago.


Simón Henao, 2 cuentos (Bogotá - Buenos Aires)

Cristina tiene un secreto y Morirás cagando,

2 cuentos inéditos del escritor colombiano.


Marcial Ugarte, Tapices. Fotografía (Santiago)

"a través de estos fragmentos el artista crea luego nuevos

paisajes caleidoscópicos, fascinantes e infinitos que superan

triunfantes los límites de nuestra visión”. Reseña de Verónica Rubio


BYM Records, Preview Documental por Francisco Santelices (Santiago)

1er corte del documental realizado al sello discográfico

Blow Your Mind que agrupa bandas de la psicodelia

santiaguina como Vuelvetaloca, Föllakzoid, Hell Gang y Watch Out!



martes, 15 de septiembre de 2009

Presentación de Diario en Pena, de Sebastián Astorga


(de izquierda a derecha: Sebote El Bothe, Ignacio "El pulcro" Del Real, Sebastián Astorga A)

SOBRE “DIARIO EN PENA”, DE SEBASTIÁN ASTORGA

Qué decir en estos casos. Qué decir de este libro, que he leído, releído, mano a mano con Sebastián. Qué destacar, cómo abordar, cuando hemos confundido nuestras escrituras en un maravilloso viaje.

Diario en Pena, laureado libro de Astorga, ópera prima del autor, se presenta como un libro de poesía, muy lejos de una colección de poemas, compuesto de poemas breves que se enlazan unos a otros, conformando un libro sólido. En sus versos, sitúa la naturaleza, sus desastres, su fuerza, su inmensidad como metáfora inagotable…

“No se puede dormir tranquilo
es un hecho
se inundan las sábanas
la columna es un leño contra las rocas”

*

“Ahora partidos por un océano”

*

“Soñé que nadábamos a la Argentina
al lugar donde se van a aparear las ballenas”

*

“Está nublado dentro y fuera de la pieza”

*

Fiel a sus principios, a sus silencios, el libro carece de esas odiosas grandilocuencias , los poemas, se componen de manera brillante, de una pulcritud que asombra; secos, redondos en su estilo, en su forma, lleno de imágenes y calma –dentro de la evidente desesperación de este libro- asombroso, sabiendo que se pueden escribir textos tan deleznables y cursis bajo el pie forzado del dolor amoroso , escritos con resignación, a veces riéndose de sí mismo, a veces llenos de ironía.

Como si hubiera una confabulación, o como si Astorga hubiese seguido al pie de la letra las cartas de Rilke al joven poeta, pero porfiando y con testarudez, logra este libro…

“No escriba poesías de amor; apártese ante todo de esas formas que son demasiado corrientes y habituales: son las más difíciles, porque hace falta una gran fuerza madura para dar algo propio donde se transmiten a la multitud tradiciones buenas y, en parte, también brillantes” (Cartas a un joven poeta, 22, Rainer Maria Rilke)

“Por eso sálvese de los temas generales y vuélvase a los que le ofrece su propia vida cotidiana: describa sus melancolías y deseos, los pensamientos fugaces y la fe en alguna belleza: descríbalo todo con sinceridad interior, tranquila, humildemente, y use, para expresarlo, las cosas de su ambiente, las imágenes de sus sueños y los objetos de su memoria” (Idem, Ibidem)

Y eso hace Sebastián, un libro lleno de zanahorias, compac disk, cajas, departamentos, cervezas, refrigeradores, brócolis, zapallos italianos, alambres de púas, vueltas a la manzana, lechugas, pimentones, piscolas, botellas de anís y los bellos objetos de su memoria, los casi indecibles, los casi cursis y vergonzantes, se contrapesan con todo lo estrictamente antipoético, que es la poesía al fin y al cabo, el recambio evidente y brillante, dejándonos con la pregunta de rigor, hasta dónde es poesía, qué es poesía, además de meternos en un mundo tan conocido y cercano, sincero, cotidiano.

También, el autor, se va acompañando de sus lecturas, que lo justifican y anclan el libro; San Agustín, Lao Tse, Gonzalo Rojas, Joseph Conrad, Dostoievski, Pavese, Barthes finalmente, cerrando el libro. También aparece la música, cosa que quizás caracteriza su poesía, su forma de hacer arte.

En los peores momentos aparecen Víctor Jara, Nick Drake, Miles Davis, Leonard Cohen, Los Ramones, dando a entender la posibilidad de una conspiración. Cuántas veces hemos pensado realmente, sin ninguna duda, en casos como estos, que somos víctima de una conspiración…

“Hay definitivamente una conspiración
me come la tristeza
y Leonard Cohen aparece
-así como así-
cantando.”

*

“Hasta Los Ramones suenan melancólicos”

*

“No hay nada más difícil
que vivir sin ti
grita la radio en todas las esquinas.”


Borges nos dice en su libro Elogio de la Sombra “Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria”…está también es para ti, si te hubiese conocido antes, si me hubiese leído el libro del que cito antes “Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor”. O lo que me dijo Diego Maquieira “Esto es para valientes” Qué cosa, ¿la poesía? la vida, la muerte, el amor, las mujeres, cada paso, cada caminata, cada silencio, cada grito, cada locura, cada momento de tedio, Qué cosa, ¿la poesía? Hoy pienso que sí.

Tuvimos que esperar tres años para tener este libro a nuestra disposición. Quizás, la historia es lo que protege a Sebastián. “Demorándome” responde siempre Gonzalo Rojas al preguntarle como se llega a componer un buen libro, un buen poema. Creo que es el momento preciso, exacto.
Diario en Pena por fin aparece.

Me parece un error relacionar la poesía de Astorga tan cerca de Claudio Bertoni. No nos podemos olvidar de Cardenal, Sandro Penna, de todos los que han hecho poesía “objetiva” y menos de Sebastián. Defiendo a muerte la existencia de un registro propio, de esa llamada “voz”, que tarde o temprano aparecerá ante ustedes en otros libros, como “Imágenes del ocio” o “Juego de Cartas”. Ese tono casi sin tono, esa contención de telegrama, lo justo, “menos es más”.

Casualmente, la idea original de esta publicación, estaba ligada a la construcción de un gran papiro. Y justamente –como escribí por ahí alguna vez- este libro se lee para “el lado”, aunque Sebastián escriba para “abajo”, pero sabemos que la escritura, justamente, no tiene que ver con la posición de las letras o el género, lo que es, se ve en otro lado, en la lectura.

Quisiera decir algo, que, no tiene directa relación con “Diario en Pena”, pero sí con Sebastián, con este momento que considero histórico, por lo menos, entre los que nos rodeamos. Creo que no es casual la unión que se ha ido forjando poco a poco, y resalto esto, sin premeditaciones. La aparición de de el pintor Ignacio Del Real (Autor de la portada de Diario en Pena), la aparición, o reencuentro con el pintor Sebastián Maquieira. Cómo no, Malaletra editores. También, la aparición de Perrosky y Carlos Cabezas, quienes trabajaron codo a codo con Puta Marlon, banda de Sebastián y mis amigos, banda que va como avión, pero por tierra, en su primera gira por Sudamérica.

En definitiva creo que algo está ocurriendo, algo termina de afianzarse hoy en este lugar. Por lo menos algo entre nosotros, los amigos, Los Destemplados… Finaliza o empieza un año brutal, donde por fin se hace público nuestro trabajo individual que finalmente es grupal. Es por eso que estamos acá, Jung lo llamó Sincronía, Nietzsche “Círculo del Eterno Retorno”… Yo no tengo idea, pero estoy emocionado, los pelos se me erizan, y eso dice mucho más.

Santiago, 25 de marzo de 2009

Gabriel Zanetti

Presentación de Cordón Umbilical, por Sara Jordán



Cuando hice mi primera lectura de Cordón Umbilical, sugestionada por un título tan concreto y por el complejo de Edipo, me percaté de que no estaba de ningún modo equivocada al seguir el lineamiento de Freud. Asimismo, afronté la estética del “menos es más” perteneciente al imaginismo y a la poesía de Enrique Lihn, a quien sé Gabriel admira mucho.

Pero quien dialogó conmigo en esa aventura de la vida, de tejer textos, no fue Gabriel, sino un hablante semejante a la visión del poeta hölderliniano, un niño pequeño que hace y deshace como Dionisio, con su creatividad, desborde e incluso crueldad, pero en este caso, además de ser un niño, era un testigo y también un protagonista. En otras palabras, un niño, como testigo, me guió a medida que avanzaban las páginas. Es por esto que estar ante Cordón Umbilical es estar desde esa mirada limpia, como si se tratara de un poema épico para salir del hogar, donde las cosas hablan por sí solas como cuando leemos los cuentos de Raymond Carver. Esa limpieza, que a veces aparenta una inusitada ingenuidad, se trasforma en el modus operandi de muchos poemas que desbordan el lenguaje y dicen más por lo que sugieren que por lo que dicen. Esa es la misma limpieza de mirada que nos habla a lo largo del tiempo poético, conforma la estructura formal del poema y se compenetra con el testimonio, como un vidrio traslúcido, como un veneno en pequeñas dosis.

El dilema del poeta edípico, en cuanto al padre, se dilucida extrañamente en el poema de apertura, cuando éste comienza a pedir perdón a su hijo por haberlo traído al mundo: “Perdóname no elegir una madre/ sino una mujer para tu padre// Perdóname hijo/ por no querer tenerte./ Sé lo que te digo./ La memoria no da para tanto(…) Perdóname/ porque te perdono/ que vengas de mi sexo y no de otra parte.” La tirria de Edipo se disipa ante estas palabras, que son el revés del padre del Edipo que todos conocemos, así como el contrapunto sería la madre de Baudelaire que aparece en el poema “Bendición” de Las flores del mal:

-¡Ah!, ¿por qué no parí todo un nido de víboras
En vez de alimentar esta triste irrisión?
Maldita sea la noche de efímeros placeres
En la cual concibió mi vientre el castigo.

Asimismo, la contraparte del padre del poema arguye:

Perdóname
por traerte y no
pensar en ti y no hacerlo.

Por muy increíble que parezca, la similitud y conexión entre ambos poemas se da por el rol enrevesado de cada una de las figuras desde el complejo de Edipo. La madre de Baudelaire es cruel y sádica, mientras el padre del hablante es sincero y benevolente. Se provoca un cruce mental por las características anómalas, ya que la madre es cobijo y seguridad, criadora de emociones y el padre una figura de autoridad, patriarcal y no necesariamente paternalista.

De este modo, dadas las disculpas del padre, aparece en Cordón Umbilical la madre como una mujer idílica, como una Eva antes de la manzana en el Edén, en cuanto aún permanece dentro del vientre materno: “Algo debes haber escuchado/ en la cuna perfecta/ llamada madre, llamada amor” y siente que nunca alcanzará el tiempo para decirle a la madre todo lo que le quisiera decir de verdad antes de que muera.

Dibujados los padres, comenzamos a aventurarnos en un proceso de independencia que pretende la salida del hogar para comenzar una vida nueva, con las propias reglas del hablante, pero por el momento hay que resistir y se requiere un “ajuste de reglas” para poder sobrellevar la tormentosa tensión emocional en la casa paterna. Así, el hablante hace una fuga, se evade intentando proyectar con elucubraciones cuál sería la vida de su familia cuando cada uno viva por su lado: una vida en que habrá límites individualistas, de carácter frívolo, en que sólo se encontrarían para ceremonias y en medio del llanto dirán,

Yo soy sólo mío.
Yo soy sola
Mente mía
¿Con quién me muero ahora?

¿Es ella la que está sola? ¿O es su mente la que es suya y sola? ¿O es él de nadie sino de sí? Pero luego vamos observando que esa madre idílica, madre-amor ya ha caído a tierra y es la mala dentro del círculo familiar. Ahora que ya ha caído la madre, y que por lo tanto el complejo de Edipo ha disminuido, el padre ausente hace que el hablante deje de tener con quién pelear, ya que se nos evidencia que ahora los progenitores están separados. La confusión del hablante reina cuando no comprende por qué el padre lo trata como si fuesen amigos; cuando la madre le repite que es su casa y él debe respetar sus reglas y se invierten los roles al punto que el hablante no sabe quién es hijo de quién. Como una reacción a ese tormento, el hablante se dirige a sus padres para hacer un golpe de estado, les golpea la mesa para imponer algún orden en este caos familiar, se vuelve apolíneo.

El abuelo, a quien está dedicado el libro, aparece como compañero, pero también como una entidad aérea que observa todo lo que acontece. Ahora es cuando el hablante decide ponerse los zapatos del padre, convertirse en él y seguir sus huellas, pero es una vida que no es suya, le molesta: “Me pongo en los zapatos de mi padre./ Me quedan grandes/ y me aprietan.”

Pero este libro, como la vida que es un barco, tiene sus vaivenes y el hablante se retracta de querer salir del hogar pese a la tensión, a su necesidad de tener su propio espacio y hacer las cosas a su manera.

El poema que condensa la realidad vivida, porque la poesía nace de los hechos y viene del inconsciente, como diría Uribe, es el siguiente:


VII

Aún vivo con esta droga, la familia.
Amargas batallas, los amigos no bastan
hay algo en la sangre.

La familia es la única deuda adquirida desde nacer.
Es el único dolor persistente que quiero.

(Tanta piel racionalizada
tanto embarazo posteriormente pensado
la familia, los hijos
el trofeo a lo fugaz)

De las fugacidades nos hicimos.
Nos enseñamos lo que es erótico
y lo que no.

Aprendemos que la forma de olvidar la angustia
es amar al que se la traspasas.

(De las fugacidades que endulzaban nos hicimos)

Hay algún sabor en las batallas
hay algo en la sangre
del animal anterior
que te llevaba dentro.

La infancia, para el hablante, es un hoyo negro dentro del cual cae en sueños y propone, asimismo, una forma de ser feliz que en el fondo es manipular la luz, la euforia. Es por eso que instintivamente nos ata a su misión de coser sonrisas en la cara de la gente, sonrisas falsas, hipócritas, pero sonrisas al fin.


Ahora piensa en otros, imagina otras vidas. Se da cuenta de


Que se necesita un choque o un accidente
Para estar del otro lado del fuego
Para que por fin se detenga el presente
Y pase un día.


En el plano erótico, sigue la búsqueda y nos encontramos ante poemas dirigidos a varias mujeres. Pero él no quiere que le den las sobras: “migajas de ácido amor no sirven”. La necesidad de cambio es urgente por un duelo de melancolía del hablante que se la pasa escuchando casetes y alguien intenta cambiarle la música, pero es inservible, no puede olvidar. Queda maltrecho, no sabe por dónde es que pisa, pero no obstante tiene claridad de que es mejor no saber toda la verdad, quizá por el daño mismo que esa realidad puede infringir en los sentimientos del hablante.

María Paz ofrece y es a su vez quien recibe un cheque en blanco, pero el hablante se da cuenta de que no tiene suficientes fondos y que tendrán que endeudar sus latidos, haciendo una analogía con una cuenta bancaria. No obstante, se pregunta el por qué de la necesidad de crear lazos afectivos, y de tener que mantener los que tiene en su casa.

Debo cerrar todo un tiempo
pero dejaste todo abierto
como un hoyo en la tierra
que es felicidad inaceptable.
(…)

Durmiendo vivo el día
tratando de vencer al concreto
tratando de sacar las manos de este entierro
¿aparecerías tú entre la gente, serías tú nuevamente
quién me mete y me saca de esta oscuridad que es tan cierta?

Como muestra de su peregrinaje hacia la adultez, notamos una visión de la realidad muy distintiva:

Nos seguimos dando la mano
nunca sabremos si es miel o mierda
pero algo de ello hay
es evidente aún con estas moscas y mariposas que vuelan
a nuestro alrededor.

Se da cuenta de que necesita crear lazos para mantener su patria, su origen patriarcal, como cuando abuelo, padre e hijo comían sandías en la terraza y les chorreaba como si fuese sangre.

Confesará que su falta de fe lo llevó a poetizar, y que la poesía puede generar un diluvio, un cambio universal, así como también es un alimento en su vida. Sus poemas habitan ese hoyo que antes llamó infancia, viven en su infancia y él, desde el subsuelo, intenta crear una rendija para que entre la luz a esa melancolía tan típica y cliché del poeta. Es lo mismo que sucede cuando Sylvia Plath, en sus Journals o diarios, habla de esa necesidad de volver al vientre materno para sentirse protegida en los momentos más álgidos. Es por esa infancia con la madre idílica, madre-amor –pese a que le daban papel en vez de dinero y libros en vez de juguetes— que el libro concluye quedándose en ella, sin salir del hogar, sin encontrar la Otra madre-amor, que buscó erráticamente, sin que eso signifique que la búsqueda haya cesado.

La Chascona, 16 de diciembre 20088.

Presentación de Cordón Umbilical, por Pablo Mackenna Dörr

El título de este libro ya nos da luces de las honduras en que decidió meterse nuestro compañero Zanetti. Porque el cordón umbilical, ese extraño puente que nos une con la madre, que nos vincula con nuestro origen, de alguna manera también nos inserta en la fatalidad. Con la fatua, con el destino. Porque de todos los cables que tiramos para armarnos de un sostén en el mundo, el cordón umbilical es el único que no elegimos, que nos viene dado, como una cadena, un ancla, un bozal de piel. Porque es la vida que nos elige a nosotros, sólo nos es dado, con suerte, elegir la muerte. Y por cierto contra ello, hemos de revelarnos. Si buscásemos un par de conflictos que se eternizan en nuestras conductas, lo filial sin duda campea. Y Zanetti se somete al arbitrio, al yugo, a la refrenda de la familia; con toda la inocencia enceguecida del niño y con la certeza quirúrgica del poeta por otro. Hombres somos en la medida de nuestros afectos. Y matar al padre a decir verdad esta bastante desprestigiado. Amar al padre, eso es cueca.

Por fin seremos uno por separado dice Zanetti en su poema tercero, por fin seremos uno por separado conlleva el salvataje y el perdón, porque la busca de la individualidad pasa necesariamente por la aceptación de esa piel que nos viste, mas allá de nuestra propia piel.

Me pongo en los zapatos de mi padre. Me quedan grandes y me aprietan. Dirá. Este verso encierra en su desconcertante construcción la verdadera dimensión dialéctica de lo filial, así como un abrazo bien apretado te puede devolver el aire que te falta.

Zanetti lleva nombre de muchos hombres, poetas, navegantes y tránsfugas; siempre con un pie en la próxima estación, y cae sin embargo en el sino trágico de buscarse en el puzzle de su propia biografía. Se pone una soga al cuello y una piedra en el extremo. Y espera. Que hable la piedra, que sisee el reptil en su garganta.


Hay algún sabor en la batallas
Hay algo en la sangre
Del animal anterior
Que te llevaba dentro

Zanetti logra lo imposible, ama con desparpajo su origen y con ello termina por sellar su venganza.

Entonces puede navegar ya libre de ataduras entre los olores, la opacidad de las estampas de familia, y construirse un mundo a imagen y semejanza del horror, su horror, el más bello de los horrores. El de todos.

Todo se funde: hijo, padre, madre, abuelo, la casa, el zaguán, el viento:

Estuvimos apunto de llover… dirá ¿se han sentido llover? Me parece una sentencia de una belleza incalculable.

Ya desembarazado de su propio embarazo es Zanetti el que construye los puentes. Del puente a su historia, surge el puente a la tierra, a lo concreto, a sus pasos y al origen oculto del arte poética. Y surgen las mujeres, las elegidas. Surge la verdadera ternura y con ella la desazón.


Te ví salir de mi mar de sábanas
Como un iceberg de lino blanco
Cuando cierro los ojos veo
Mayor belleza que cuando los abro

Vuelve a cargar el poeta, el impostor, como un demiurgo aplastado, vuelve a cargar con el peso de sus propias fantasías.

Este cordón umbilical es una red de cables, un tejido entramado de afectos y dolores. Crea Zanetti una gran red de protección, para saltar sobre si mismo. Y nos enseña la dimensión más oculta de las palabras y de las consignas. Que las palabras nos pueden sanar de nosotros mismos.

Quiero detenerme en un último poema porque creo, se trata finalmente de nuestro amigo y no del interpelado como pretende engañarnos. Y es que mas temprano que tarde somos uno, por separado


Es necesario
Haber visto a tu padre
Completamente desnudo al menos una vez

Verlo reir
Verlo llorar
Haberte trenzado a golpes

Escucharlo fornicar cuando eras niño


Yo diría más bien
Que era absolutamente necesario verte Zanetti completamente desnudo alguna vez, verte reír, verte llorar, verte trenzarte a golpes con tu propia mirada, escucharte, fornicar- te, como un niño.

De eso creo se trata este libro
Y se agradece.