me come la tristeza
y Leonard Cohen aparece
-así como así-
cantando.”
*
“Hasta Los Ramones suenan melancólicos”
*
“No hay nada más difícil
que vivir sin ti
grita la radio en todas las esquinas.”
Santiago, 25 de marzo de 2009
Gabriel Zanetti
Blog de Gabriel Zanetti. Apuntes, crítica, reseñas, anotaciones, anuncios de nuevas fechas para talleres. editor@revistalecturas.cl
Gabriel Zanetti
Asimismo, la contraparte del padre del poema arguye:
VII
La infancia, para el hablante, es un hoyo negro dentro del cual cae en sueños y propone, asimismo, una forma de ser feliz que en el fondo es manipular la luz, la euforia. Es por eso que instintivamente nos ata a su misión de coser sonrisas en la cara de la gente, sonrisas falsas, hipócritas, pero sonrisas al fin.
Ahora piensa en otros, imagina otras vidas. Se da cuenta de
Como muestra de su peregrinaje hacia la adultez, notamos una visión de la realidad muy distintiva:
La Chascona, 16 de diciembre 20088.
El título de este libro ya nos da luces de las honduras en que decidió meterse nuestro compañero Zanetti. Porque el cordón umbilical, ese extraño puente que nos une con la madre, que nos vincula con nuestro origen, de alguna manera también nos inserta en la fatalidad. Con la fatua, con el destino. Porque de todos los cables que tiramos para armarnos de un sostén en el mundo, el cordón umbilical es el único que no elegimos, que nos viene dado, como una cadena, un ancla, un bozal de piel. Porque es la vida que nos elige a nosotros, sólo nos es dado, con suerte, elegir la muerte. Y por cierto contra ello, hemos de revelarnos. Si buscásemos un par de conflictos que se eternizan en nuestras conductas, lo filial sin duda campea. Y Zanetti se somete al arbitrio, al yugo, a la refrenda de la familia; con toda la inocencia enceguecida del niño y con la certeza quirúrgica del poeta por otro. Hombres somos en la medida de nuestros afectos. Y matar al padre a decir verdad esta bastante desprestigiado. Amar al padre, eso es cueca.
Por fin seremos uno por separado dice Zanetti en su poema tercero, por fin seremos uno por separado conlleva el salvataje y el perdón, porque la busca de la individualidad pasa necesariamente por la aceptación de esa piel que nos viste, mas allá de nuestra propia piel.
Me pongo en los zapatos de mi padre. Me quedan grandes y me aprietan. Dirá. Este verso encierra en su desconcertante construcción la verdadera dimensión dialéctica de lo filial, así como un abrazo bien apretado te puede devolver el aire que te falta.
Zanetti lleva nombre de muchos hombres, poetas, navegantes y tránsfugas; siempre con un pie en la próxima estación, y cae sin embargo en el sino trágico de buscarse en el puzzle de su propia biografía. Se pone una soga al cuello y una piedra en el extremo. Y espera. Que hable la piedra, que sisee el reptil en su garganta.
Zanetti logra lo imposible, ama con desparpajo su origen y con ello termina por sellar su venganza.
Entonces puede navegar ya libre de ataduras entre los olores, la opacidad de las estampas de familia, y construirse un mundo a imagen y semejanza del horror, su horror, el más bello de los horrores. El de todos.
Todo se funde: hijo, padre, madre, abuelo, la casa, el zaguán, el viento:
Estuvimos apunto de llover… dirá ¿se han sentido llover? Me parece una sentencia de una belleza incalculable.
Ya desembarazado de su propio embarazo es Zanetti el que construye los puentes. Del puente a su historia, surge el puente a la tierra, a lo concreto, a sus pasos y al origen oculto del arte poética. Y surgen las mujeres, las elegidas. Surge la verdadera ternura y con ella la desazón.
Vuelve a cargar el poeta, el impostor, como un demiurgo aplastado, vuelve a cargar con el peso de sus propias fantasías.
Este cordón umbilical es una red de cables, un tejido entramado de afectos y dolores. Crea Zanetti una gran red de protección, para saltar sobre si mismo. Y nos enseña la dimensión más oculta de las palabras y de las consignas. Que las palabras nos pueden sanar de nosotros mismos.
Quiero detenerme en un último poema porque creo, se trata finalmente de nuestro amigo y no del interpelado como pretende engañarnos. Y es que mas temprano que tarde somos uno, por separado
Sobre Cordón Umbilical. Por David Villagrán
"Cuando sólo los muertos te hablan/ todo puede pasar”
Los problemas que surgen en un primer acercamiento crítico a Cordón Umbilical tienen relación con el sujeto y sus transformaciones de un tiempo a esta parte en la poesía chilena, destacando la ironía discursiva parriana ejercida sobre el hablante de la poesía de vanguardia y sus variaciones hasta hoy. De aquella persona retorizada, indistinguible de la persona real, como postulara Enrique Lihn (Prólogo a ‘Los dones previsibles’ de Stella Díaz Varín, 1992) el sujeto poético de las últimas décadas habría devenido más ‘escritura’ y menos ejercicio de una voz, o de un canto donde probablemente la personalidad de la imaginación encaje con la realidad, siendo la fuerza de sus metáforas el principal índice de su recepción. El caso es que, como críticos, podríamos hacer un esfuerzo al no confundir la persona y el sujeto textual como categoría de análisis estructural. Pero el sujeto al cual suele referirse cuando se habla de una poesía que resalta la impersonalidad del acto de escribir, o bien la compleja virtualidad de la escritura como medio, es el sujeto cuya pasión es la crítica en su más amplio sentido. El problema del sujeto en la última poesía chilena y su transformación en discurso, cuyo germen fue ligeramente descrito, parece constatarse en los cambios que han tenido lugar sobre los modos de conjugar imaginación y realidad. Hoy, podríamos decir que se aboga por una poesía muda y capaz de recrear imaginativa y convincentemente la realidad común, o bien, por un texto poético cuyo grado de participación entre autor y lector sea otorgado por una perspectiva crítica intelectualmente convincente de aquella.
En este panorama, Cordon Umbilical, primera publicación de Gabriel Zanetti se retrotrae del más reciente marco de expectativas para presentarnos treinta y cinco poemas que reanudan un diálogo con el sujeto poético corriendo el riesgo de una aventura especular. Esto, porque su tema es el mundo inmediato a la persona, la familia, y también, porque el libro no teme al exceso más difícil de aquella máscara como suele ser el deseo de escritura. Dos cosas que pueden desilusionar fácilmente al lector actual, digamos, en un primer acercamiento. Ahora, que se trate de un libro monológico no significa que los poemas tengan que ser monólogos, sin embargo en muchos poemas se realiza su ejercicio siguiendo a cierta distancia al primer Lihn (‘La pieza oscura’, 1963) Monólogo de un padre a su hijo de meses, o bien, aunque en menor medida, Monólogo del viejo con la muerte. El libro parte con un monólogo exculpatorio al hijo virtual, que es el hijo que se evita o se pospone “Perdóname hijo/ por no querer tenerte”, pero también al hijo que se es “Perdóname/ porque te perdono/ que vengas de mi sexo/ y no de otra parte”. Curiosa forma de abrir un libro que se cierra sobre la familia, como institución y como forma vital del crecimiento y la muerte. No es coincidencia el leve eco a algunos poemas de La pieza oscura, “¿Tendremos el valor de reunirnos esta noche/ padres y hermanos” dice Lihn en ‘Navidad’, “De donde viene esa urgencia/ de generar lazos […] por qué esta casa/ por qué estos sillones/ para que nos veamos las caras” dice el poema XXII de Cordón Umbilical. La familia, el primer lugar común, la obligación de sentir al mismo tiempo que “la memoria no da para tanto” (I), y que “hay algo en la sangre” que no se debe olvidar (VII, VIII), corre con el peso del recuerdo y la desintegración de un orden. Este es el origen indirecto del discurso, que se caracteriza por decir menos de lo que calla cercano al habla, en tanto trabaja la lengua llana, el parlar materno a la manera de la que se llamo escuela ‘hermética’ en la poesía italiana de posguerra: “Soñé que me caía al hoyo inmenso/ Camino por el parque/ llego a la calle y pienso en el sueño./ Sé que ese hoyo/ es mi infancia” (IX) El uso de estas formas que convencen presentando la realidad bajo extrañamiento o un fuerte marco imaginativo es característico de Ungaretti, y de muchos otros.
Ahora, el libro, de brusco discurrir en tanto modela un esquema narrativo, puede comprenderse entre la crisis del sujeto ante el fin del orden familiar y la necesidad de dar forma a su carácter. Una fuerza lo lleva constantemente a añorar el pasado, otra a analizarlo y cuestionarlo, y otra a recuperar la pertenencia a una comunidad. Su más alto registro lo alcanzan poemas en que la angustia y el aislamiento destacan por su presentación humana sin caer en apelaciones fáciles a la emoción del lector, “Si desato estos nudos ciegos/ veré una luz muy lejana/ como la luz de otra ciudad que vimos/ antes de escribir” (XXIX).
El deseo de “cerrar todo un tiempo” (XXV) a la vez que el cierre de los ojos ante la realidad presenta para el sujeto mayor belleza que lo real, constituye una primera conquista de independencia para el hablante, una primera crisis en la comprensión de su oficio. Sin embargo, el registro metapoético es uno de los puntos más bajos del libro en poemas que no se distinguen de lo que sería un conjunto de apuntes en una libreta. Luz es lo que dicen buscar, palabras que digan sin ser palabras. Sin embargo en el tránsito de un poema a otro el hablante no parece retener el camino que ha propuesto. Escribiendo olvida que la escritura nace como registro. Pues hay poemas que ya se han hecho cargo de mostrar al lector una forma de poesía sin la necesidad de postularla.
Se trata de una poesía cuya imaginación es fiel a la realidad en algunos puntos de importancia, profundamente humana –la sinceridad es una categoría ajena a la literatura-, y breve; cuya única falta es haber sido escrita antes de una manera que sin embargo no puede negarle su existencia. A este respecto, la juntura entre el sujeto textual y el escritor, fuera del texto que constituye su primera publicación, vuelve a encontrar su lugar en la literatura, “donde el hombre o la mujer joven que ha escrito unos pocos poemas y que desea leerlos no es más que el voluble converso o la persona que, al mirarse al espejo, descubre de pronto los rastros de una inesperada genealogía.” La cita es de Wallace Stevens.
IMPRESIONES PARA UN PRÓLOGO MEMORABLE
Por Erick Pohlhammer
“Te invito a conmigo vivir” Diego Maquieira
“No sabíamos como monjas salir de allí” Diego Maquieira.
*
“Sé que las palabras se corroboran con los años
pero a mí no me alcanzará el tiempo:”
(II)
“y en palabras como estas
que no alcanzamos a decirnos”.
(II)
Hay un misterio en estos poemas.
*
Hay musicalidad, consciencia melodiosa.
“Its flows”, - le dijeron a Parra (hablándole del “Hombre Imaginario”)
No me acuerdo quién se lo dijo (o se lo dijo un gringo, no sé)
*
Se concretizan las imágenes, tono, antipoético neto.
Naturalidad de un habla serena.
“Mi madre duerme sola,
al mismo costado de la cama que antes.
Del otro lado: una radio.”
(IV, Un año)
“Imaginemos que cada palabra sea una imagen” Ezra Pound
“No hay plata para cigarrillos
sólo hay para:
galletas
helados
shampoo y bálsamo
atunes
y la habitación donde vive mi padre.”
(IV, Un año)
Veo una radiografía de una casa chilena.
“Toda familia es infeliz a su manera” León Tolstoi
“Mis hermanas están celosas de mi chica
antes la mala de la película
era mi madre”
(IV, Un año)
Hay Algo le molesta al hablante.
“Desde que mi padre no está
sólo peleo conmigo.”
(IV, Un año)
El poema IV (Un año) es un poema memorable.
*
Según el Crítico David Pohlhammer, este poema merece nota 1500.
*
Hay un distanciamiento a lo Brecht, de técnica impresionista y por pasajes puntillista.
Es equivalente al cuadro “La escena campestre” de Georges Pierre Seurat. En vez de describir una escena campestre, describe múltiples escenas de una familia, específica, de clase media chilena, encerradas en un bungalow.
IV (Un año)
*
El poema V (Los retratos lo dicen)
Es una bella flor que remite a “La Pieza Oscura” de Enrique Lihn.
“Cuando sólo los muertos te hablan
todo puede pasar”.
“No hay arrepentimiento
cuando estás en un sofá sólo”
“Créeme que no hay arrepentimiento
créeme aunque esté hablando con fotografías”
*
La familia como droga me parece genial esa idea. Relación de oxímoron del hablante con la droga. Que el lector ahueonao lo descubra.
*
Este libro nos lleva, según Josu Aitor en su tesis de grado “La relación entre el ego y la neurosis” a ver la síntesis lírica de la teoría de la personalidad autoritaria (Fascist Scale) Theodor Adorno –marxista psicoanalista de la escuela de Frankfurt-.
*
Es un libro ideal para monjes budista, este es el último satori, sobre todo para monjes en blanco, sin este libro, es imposible que los monjes alcancen la iluminación.
*
Por supuesto la laucha lauchera e individualista Baúl Zurita, conocido en Antofagasta como “Baúl de las Basuritas de los antepenúltimos días”, una especie de testigo de Jehová pero ateo, es incapaz de saber siquiera lo que es un satori, ya que vive en estado de sollozo permanente, ya que vino a sollozar a la madre tierra y asegura con una soberbia lamentable que si fuéramos felices no haríamos arte, siendo que centenares y miles de artistas señalan que han hecho su obra en momentos de serenidad y felicidad, menos se iluminará con este libro, él y sus huéspedes parasitarios (que se alimentan de queso, vino en caja Gato y premios), este libro es un antídoto a la neurosis Zuritiana, asegurando como una suerte de gurú confuso, que Enrique Lihn, Jorge Teillier y Gonzalo Rojas son poetas menores, por que “no dan cuenta de la gran grieta” ¿qué grieta? ¿La gruta Lourdes?
*
Cómo puede ser que una persona diga “Si los extraterrestres bajan a la tierra y leen a Enrique Lihn no saben lo que pasó en Chile”, además que pichula (y decimos pichula con elegancia, porque “la elegancia ante todo”) (¿Hay algo más elegante que una pichula enhiesta, erguida y principesca o en su estado de sauce lacio, es de una elegancia monárquica) (el que considere que no es señorial o no la ha vista en su gloria fenomenológica debe tener los siete velos de Isis entre la retina y el iris) le pueden importar a los extraterrestres lo que pasó en Chile, los extraterrestres están hace muchas décadas en la tierra, tienen misiones transnacionales y no locales (El movimiento de la unidad de poéticas móvil, alias Libre Tratado de Cultura (el TLC Cultural) está absolutamente a favor de los extraterrestres, de hecho el lema es “Ama al extraterrestre como a ti mismo”).
Lo que ellos quieren es combatir la tendencia la cristalización del gobierno mundial.
*
Los poetas que se quedaron en la dictadura militar valen callampa, están “pegados” en la grieta, en el hoyo que quedó en el bombardeo a La Moneda -causado por ellos mismos-.
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“La angustia es la brecha entre el ahora y el después” Fritz Perls,
(qué wena la cita de Perls!!! comenta Josu Aitor )
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Que los seudo poetas no sean tan palurdos y responsabilicen a la historia de sus angustias existencial. Acota la epistemóloga y musa Dominique Constanza Zorat “además Zurita vive como espectador de todo lo que le molesta y no hace nada por ello”
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Limitar la poesía a hacer crónica histórica o testimonio, limitar a la poesía a reflejar la historia es un aborto vital a corazón volcánico de la poesía.
Lávense el pelo con leche y déjense de rezongar.
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A Buda le fascinaría este libro, a Jesús no (al menos al Jesús que nos han enseñado, porque al verdadero le gustaría), quizás a Crishna.
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Con este libro se corta el Cordón Umbilical del tono lloriqueante neo seudo cristiano torturado, no del verdadero espíritu cristiano celebratorio y claro como los poemas del sacerdote católico del opus dei José Miguel Ibáñez Langlois o Teilhard de Chardin. Este es un pequeño paso para la gran poesía chilena y un gran paso para la historia de la poesía universal.
Santiago, 17 de mayo de 2008.
Cordón Umbilical, poemario de Gabriel Zanetti
(Malaletra Editores, Segunda edición, Abril del 2009)
Por Ernesto González Barnert
Julio del 2009.
Karl Krauss dice que cuando los padres han construido todo, a los hijos sólo les queda derribarlo. Sófocles que los hijos son las anclas que atan a la vida a las madres. Y Voltaire que buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una. Zanetti navega este triangulo de las bermudas. Y no sin duende.
Sabe que el timón se inclina al huacherío en estas aguas, que los abuelos son padres de sus nietos; madres son padre y madre a la vez y tampoco dejan de ser mujeres por más que algunos hijos se empeñen en negar esa parte postergada de su madre; los padres son desaparecidos o están ausentes, son golpeadores o no les dieron a sus hijos lo que ellos creyeron que era lo necesario, padres que no saben hacer cariño, padres conchas de su madre que la madre omite animando la fantasía del niño y la propia por un pater azul, o exacerbando el odio hasta lo incurable en ella y sus hijos contra tal, etc. Y todo esto negado o camuflado socialmente ante la anquilosada idealización postal de la familia del sueño americano, esa versión edulcorada y anodina que la imaginería político social propone. Y claro, reforzado por una educación que nos hace analfabetos emocionales.
La familia es una escuela bastante dura casi siempre, en algunos casos, un verdadero sacrificio azteca. Pero tampoco exageraremos la infelicidad, tan propio de los poetas chilenos dados en el último tiempo a competir por quien es la mayor víctima del sistema. Y principalmente, porque cuando uno es niño no alcanza a percatarse de nada. Juega pese a todo. Todo es asombroso. La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras o las que nos hacemos de mayor. Sobre todo si el libro de Gabriel Zanetti cumple a cabalidad con lo que dice Oscar Wilde: Los niños comienzan por amar a los padres. Cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces, hasta los perdonan. De esta escuela Zanetti ha forjado su ópera prima, ha moldeado su carácter según el temple de los suyos, ha trinchado el cordón umbilical.
Sin duda, este no el primer libro de Gabriel (1983, Stgo), sino el primer gran libro o poema que todos deben escribir algún día. O leer. Zanetti ya lo puso en sus y nuestras manos*.