Con Zanetti pasar revista a Pavese, a Ungaretti, a Pasolini a Zurlini y por qué no a Visconti. Zanetti edípico, de investidura paternal, de hijo umbilical. Con Zanetti, evocamos a los desconocidos de siempre: a Nada, Modugno, a Mina, a Celentano. Quedarse oyendo o tarareando esas canciones en la scuola o en la strada. Zanetti ha programado el dial a la siniestra de Dios. Zanetti, apátrida de ningún sitio. Prestemos oídos, escuchar a Zanetti, prestar atención a esa palabra que no nos alcanza a decir. Gabriel Zanetti ¡¡Tremendo, Fratello!!
Bruno Vidal.
A Héctor Domingo Reyes Álvarez
a mis padres.
I
Perdóname no elegir una madre
sino una mujer para tu padre.
Perdóname hijo
por no querer tenerte.
Sé lo que te digo.
La memoria no da para tanto.
Perdóname
por traerte y no
por pensar en ti y no hacerlo.
Por morir.
Por no tener profesión y tenerla
por darte nombre y caracterizarte
por dejarte libros en vez de juguetes
papeles en vez de monedas.
Perdóname por ser dueño de nada
ni de estos versos que tú me dices.
Perdóname
porque te perdono
que vengas de mi sexo
y no de otra parte.
II
Algo debes haber escuchado
en la cuna perfecta
llamada madre, llamada amor
donde no hay palabra que intervenga.
Algo debes haber escuchado
sé que las palabras se corroboran con los años
pero a mí no me alcanzará el tiempo:
cuando sea el momento estarás conversando con un ataúd
o con una fotografía
pensando en los portales de la vida
y en palabras como estas
que no alcanzamos a decirnos.
VI
Quiero pasar
un verano viajando con mis padres
a través de la línea de un tren
cuyo camino de pequeñas piedras es atravesado
por los trenes que llevarán a todos nuestros difuntos
hacia el sur de la vida.
Quiero ir con mis padres
llegar hasta el final
y alojarnos por fin donde mismo
allí
donde no hay despedida.
VIII
(Óleo de domingo)
a pollo gitano
delatara el punto exacto de cocción
y nos llamara a la mesa
el abuelo, el padre y el hijo
transcurríamos en la terraza
bebiendo alguna copa
desgranando porotos, habas
bajo los primeros rayos
y sombras del mediodía.
Las mujeres partían a las cocinas
a sus habitaciones a dormir la novela
a tejer los niños venideros
mientras tres generaciones de machos cabríos
mientras los restos de sangre
formaban otra
comían la fría sandía por las tardes
para no olvidar la historia de la sangre
mientras el jugo rosado
corría por las barbas.
XIII
(Tras el fuego)
Estas fiestas son aburridas y sigo viniendo a ellas.
Camino al baño,
pienso en mi abuelo
que en los bares me decía:
“las cosas tras el fuego son de otro color”
cada vez que pasaba la mesera guapa
o cuando había un accidente que detenía el tránsito
afuera del bar.
Estas fiestas son aburridas y sigo viniendo a ellas.
El baño está ocupado
mientras espero veo una fotografía
de la dueña de casa con su hija al lado
y sé que las cosas tras el fuego son de otro color
que se necesita un choque o un accidente
para estar del otro lado del fuego
para que por fin se detenga el presente
y pase un día.
1 comentario:
me gusta mucho el primero. Es valiente, sincero, lleno de remordimiento, hermoso.
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